En la actualidad, se evidencia un problema fundamental que afecta no solo a nivel nacional, sino también a escala global: el debilitamiento de los partidos políticos y la primacía de proyectos políticos personalistas. Esta tendencia, que se ha vuelto cada vez más notoria, ha generado un desequilibrio en el sistema político, donde las ambiciones personales de los líderes prevalecen sobre los objetivos colectivos de la sociedad.

El debilitamiento de los partidos políticos como pilares fundamentales del sistema democrático ha permitido que las ambiciones personales de los líderes políticos tomen el control, relegando la importancia de los objetivos colectivos que deberían guiar las decisiones políticas. Esta situación ha generado un escenario en el que las estrategias a corto plazo y el interés personal se imponen sobre la visión de largo plazo y el bienestar de la ciudadanía.

La prevalencia de las ambiciones personales en la arena política ha generado una fractura en la sociedad, donde la falta de consenso y la polarización dificultan la búsqueda de soluciones efectivas a los problemas que enfrenta la comunidad. Esta dinámica ha debilitado la cohesión social y ha minado la confianza en las instituciones, lo que a su vez ha alimentado la desafección política y la apatía entre los ciudadanos.

Ante este escenario, resulta imperativo promover un retorno a la política basada en los valores democráticos y en la búsqueda de objetivos colectivos que beneficien a toda la sociedad. Reconstruir la confianza en los partidos políticos como vehículos para canalizar las demandas ciudadanas y promover el diálogo constructivo entre las diferentes fuerzas políticas se presenta como un desafío crucial para fortalecer el sistema democrático y garantizar un futuro sostenible para todos.